Después de Gutemberg*

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Se dice que los chinos fueron los primeros impresores de la humanidad, utilizando para ello piezas móviles de arcilla, sellos de cerámica y xilografías, pero la primera imprenta con tipos móviles la inventó el alemán Juan Gutenberg.

Hace 563 años, en 1449, para ser exactos, se publicó el primer libro tipográfico del mundo que lleva por título el «Misal de Constanza». Ese invento revolucionó el mundo. Sin ese paso no se entendería hoy el mundo de la comunicación globalizada.

El invento de la imprenta revolucionó nuestras vidas. Revolucionó la historia, la cultura, la información.

Tras la impresión del Misal de Constanza se imprimieron más de 6.000 obras diferentes, entre ellas la Biblia. El número de imprentas aumentó rápidamente durante esos años. En Italia, por ejemplo, la primera imprenta se fundó en Venecia en 1469, y hacia 1500 la ciudad contaba ya con 417 imprentas.

Entre los primeros impresos sobresalían libros religiosos (biblias, salterios y misales), desde luego también numerosos libros profanos y obras científicas de los eruditos renacentistas.

Durante siglos, los dibujantes trabajaban en libros ilustrados a mano; a partir de la imprenta, los artistas grababan sus creaciones en madera o metal, lo cual permitía a los impresores renacentistas reproducir en sus imprentas tanto imágenes como textos. La amplia reproducción de sus trabajos influyó de manera notable el desarrollo del arte renacentista.

Claro todo ello gracias a Gutenberg que era un obrero que aprendió el oficio de herrero, su padre Friedrich Gänsfleisch era un pequeño comerciante y su madre Else Wyrich era la hija de un tendero. Para su desgracia tuvo varios socios, entre ellos Juan Fust, un prestamista judío que le otorgó un crédito para publicar el «Misal de Constanza», para variar no tuvo dinero para pagar sus deudas y Gutenberg se vio en la penuria, gracias a ello tuvo que difundir el secreto de montar imprentas para poder subsistir y terminó en la ruina muriendo en un estado de deplorable pobreza.

Pero dejemos a Gutenberg y vayamos a una figura clave de nuestra lengua: Miguel de Cervantes Saavedra quien 156 años después de la publicación «Misal de Constanza», en 1605 publica la primera parte de la que será su principal obra: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha marcando el comienzo del realismo como estética literaria y dando paso al género literario de la novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal.

Cervantes es una de las figuras claves de nuestra lengua y nuestra cultura. No debe faltar en nuestra historia un personaje mítico, Cristóbal Colón. Pues entre la creación de la imprenta y la magna obra de Cervantes la expedición de Colón, en representación de los Reyes Católicos de Aragón y Castilla, realizó el descubrimiento de América el 12 de octubre de 1492, al llegar a una isla de las Bahamas llamada Guanahaní, cuya exacta localización aún se discute.

Lo cierto es que el encuentro de dos mundos –con el pasaje abominable de la conquista– también derivó en cosas buenas, como lo fue años más tarde con el origen de la imprenta en México el 12 de junio de 1539, cuando fue firmado en el protocolo del escribano Alonso de la Barrera, en Sevilla, España, el contrato entre Juan Cronberger y Juan Pablos, alemán el primero e italiano el segundo, avecindados en Sevilla, para el traslado e instalación de la primera imprenta formal de tipos móviles en la Ciudad de México, en la otrora Nueva España.

Este fue un paso fundamental en nuestra cultura. La cultura es transmitida por la comunicación de una forma u otra. La cultura y la comunicación están tan entrelazadas entre sí que podrían considerarse sinónimos. De ahí la importancia del lenguaje y los modernos medios de comunicación. Esos son los legados de Gutenberg y Cervantes.

Es así que entre la llegada de la primera imprenta a nuestro país y los modernos medios de comunicación como el Internet y las redes sociales, como el Twitter y el Face Book, entre otros, han transcurrido al día de hoy 473 años. La información del futuro ya está aquí.

Aunque estas herramientas son de un uso popular y masivo, desde mi perspectiva el Periodismo digital es una nueva herramienta que puede resultar un instrumento útil para profesionales con formación y experiencia. Internet no es bueno ni es malo, será lo que nosotros queramos que sea. Internet y las redes sociales suponen una total transparencia de nuestras vidas y también de lo que somos. Y nuestras huellas quedarán para siempre en el espacio digital.

¿Pero qué hacemos para comunicarnos los periodistas y los  comunicadores? ¿Cuántas palabras usamos al hablar? En promedio, un comunicador o un egresado de las ciencias sociales y humanidades utilizan entre 300 y 700 palabras de un potencial de 280 mil palabras. En términos matemáticos usamos aproximadamente menos de una décima del uno por ciento de las posibilidades de nuestro  idioma. Son 300 las palabras que en promedio usa una persona común y corriente, mientras una persona que lee los periódicos, algunas novelas, revistas especializadas o algunas páginas en internet, utilizan cerca de 500. Un escritor, digamos una persona dedicada a la literatura que escribe y lee, lee y escribe, usa un aproximado de 3,000 palabras. Cervantes usó menos de 10,000 palabras, es decir, cerca del 3% del idioma del cual es padre de nuestra lengua.

Quizás todo esto es un dato ocioso, pues es imposible saber con exactitud la cantidad de palabras y/o vocablos que existen y esto se debe a muchas razones: la primera de ellas es que el español o castellano como también es aceptado llamarle a nuestro idioma, no es una lengua pura, de hecho ninguna lengua hablada actualmente es cien por ciento pura, ni siquiera los dialectos hablados en los lugares más recónditos del planeta permanecen sin influencia de alguna otra lengua.

La reflexión, a propósito de este encuentro es ¿Y la información del mañana y la libertad de expresión?

Queda claro que no bastan las herramientas de las nuevas tecnologías, que para informar es imprescindible saber comunicarnos. Ya lo he señalado aquí. Pero veamos esos desafíos y retos para quienes nos dedicamos al periodismo. 

Las nuevas tecnologías han generado un nuevo modelo informativo. Hoy la industria de la información reflexiona sobre los retos que plantea internet para llegar a sus lectores., a los telespectadores y oyentes que han saltado la barrera que los separaba de los medios de comunicación. Muchos están al otro lado, creando sus propios relatos, informaciones, reflexiones, escritas o audiovisuales, en grupo o en solitario en Internet. El público está influyendo con sus nuevos hábitos no sólo en quien crea contenidos sino la manera de consumirlos.

 

Hace poco se llevó a cabo en Londres el primer congreso Forum for the Future, donde las principales figuras de la industria de la comunicación convocados por la Online Publishers Association debatieron con el difícil objetivo de aportar luz sobre el futuro de los medios.

Desde luego que los medios de comunicación se enfrentan ante el reto que les planeta un nuevo paradigma informativo propiciado por las nuevas tecnologías lo cual tiene muchas implicaciones, organizativas, productivas y de modelo de negocio.

Sobre el futuro del periodismo ante los cambios que imponen las nuevas tecnologías surgen las más variadas preguntas ¿Qué papel desempeñan los medios tradicionales? ¿Cómo se va a organizar y financiar su trabajo? ¿Cuál será su peso en la opinión pública?

El primer reto es saber conectar con los lectores.

De ahí que muchos editores se preguntan, con razón, cuál es el modelo de negocio en la Red, habida cuenta del profundo deterioro de los medios tradicionales, especialmente en lo que se refiere a la inversión publicitaria. Convendría que antes de responderse prestaran atención a la demanda, a veces angustiada, que muchos periodistas se hacen, al margen de la preocupación por el mantenimiento de sus puestos de trabajo: ¿cuál es el futuro del periodismo? Si somos capaces de contestarnos, el modelo de negocio quedará resuelto.

Las innovaciones científicas y tecnológicas, aunque afecten profundamente a la naturaleza de los procesos productivos, no nos encierran en un universo fatal e irremediable. Antes bien ofrecen una inmensa y nueva oportunidad. Todos somos fruto de nuestros propios deseos y decisiones, y el futuro del periodismo será al fin y al cabo el que los periodistas mismos queramos labrarnos, como ha planteado sabiamente José Luis Cebrián, presidente del periódico El País, en un encuentro de periodistas y editores en España.

 

 *Conferencia dictada en la Universidad La Salle, Cancún, Quintana Roo