En los últimos 6 años, el partido del sol azteca prácticamente se fracturó para convertirse en un organismo político bicéfalo que de un lado era jalonado por el tabasqueño y por el otro, por las corrientes de la izquierda integradas desde antes a sus filas y cuyo grupo mayor es el de Nueva Izquierda, encabezado por Jesús Ortega y Jesús Zambrano.
En este entretiempo dejó prácticamente de ser el factor de la unidad entre las fuerzas de izquierda en México porque López Obrador le volvió a imponer su candidatura a la Presidencia de la República, lo utilizó para golpear a PRI y PAN y lo convirtió en su caja chica para financiar su campaña.
Hoy el PRD debe por ello entre 300 y 500 millones de pesos además de que ha sido el que ha pagado las sanciones económicas millonarias impuestas por el IFE como consecuencia de las decisiones mediáticas y electorales de AMLO.
Luego de que los usó como quiso sin nunca darles el mínimo respeto –por ejemplo, en 2006 y en 2012, López Obrador los dejó fuera de la operación electoral-, los perredistas viven con el virus del lopezobradorismo en sus entrañas, a pesar de que él ya los tiró a la basura para irse a integrar “su” partido.
Y es que en el PRD está vigente René Bejarano y su corriente Izquierda Democrática, que junto con su esposa, la ahora senadora Dolores Padierna, cobija a los pejetalibanes que asaltan tribunas e introducen a San Lázaro a los del 132 para que armen sus escándalos en las comisiones, o son los que rompen los acuerdos establecidos por su coordinador Silvano Aurioles, para dejarnos ver a todos que López Obrador sigue siendo el diputado 501.
MARCELO AL RESCATE
Este es el partido que se ha propuesto rescatar Marcelo Ebrard apenas le entregue la Jefatura de Gobierno del DF el 6 de diciembre próximo a Miguel Ángel Mancera.
La restructuración del PRD ha explicado Ebrard, es un paso indispensable para luego ir por la sexta candidatura de este partido a la Presidencia de la República en 2018.
Hoy el mismo Ebrard no descarta ser incluso el próximo dirigente del PRD con el fin de garantizar que este partido se convierta en el catalizador de las corrientes y partidos de la izquierda en México, para convertirlo en ese instrumento de una corriente moderna que represente realmente una opción de gobierno.
Es a eso a lo que se dedicará Ebrard apenas deje el poder capitalino.
De lograrlo en los próximos 5 años, este político se convertiría en el tercer gran líder del PRD para luego ser su candidato a la Presidencia. Los otros dos fueron Cárdenas y López Obrador, dice él mismo.
El partido del sol azteca deberá elegir en 2013 a su nuevo presidente y él podría ser quien se apuntara para ese cargo.
Desde ahí buscaría aplicarle a este partido la “cirugía mayor” que él cree que le hace falta luego de realizar en un gran Congreso Nacional, un balance, un examen reflexivo de lo que se logró y de lo que se perdió en las elecciones de julio de 2012 porque mientras no se haga eso, afirma, no se puede pretender ir a la elección del 2018.
Hoy el país exige que el PRD se convierta , junto con las otras grandes corrientes de la izquierda -PT, MC y el Movimiento de Regeneración Nacional-, en una izquierda informada cuyas acciones se basen en argumentos ciertos para confrontarse con la administración del priísta Enrique Peña Nieto.
¿Qué es lo que hay que entender de entrada?, plantea.
Pues que el PRD está afectado por un hasta ahora irreductible fraccionalismo.
“La pregunta que debemos hacernos todos los que estamos en el PRD, es qué transformación se requiere para que el partido siga siendo el instrumento unitario más importante de la izquierda mexicana
“No es de si quieres, lo tienes que hacer. Si no lo quieres hacer, entonces te vas a hacer cada vez más pequeño. Creo que el gran tema para el PRD hoy, es una gran reforma en cómo funciona, qué representa… hay que abrir las ventanas”, sentencia.
Nacido en el DF el 10 de octubre de 1959, a sus 53 años, Ebrard es un político mucho más fogueado y académicamente capacitado que Andrés Manuel López Obrador.
Proveniente de una familia con antecedentes franceses, surgido de El Colegio de México, el Jefe de Gobierno saliente habla varios idiomas y tiene una visión global y una información que le da contexto a su actuación en México.
Desde ese faro interroga:
“¿Puede crearse o no, un frente amplio como hicieron en Uruguay suponiendo que cada cual tiene su propio partido, su recursos, decisiones, etcétera?, ¿puede o no actuarse de una forma conjunta en los procesos electorales? Pues sí, se debe, porque si no se actúa de manera conjunta, lo único que se va a hacer es favorecer al PRI o, en su caso, al PAN, primordialmente al PRI, porque la izquierda es la segunda fuerza nacional. Si te divides en cuatro o más fuerzas distintas que van separadas, pues vas a pulverizar la fuerza de la izquierda”, indica.
Marcelo sabe que o rescata al PRD y lo restructura para alinearlo a los grandes partidos modernos para evitar así que caigan sus preferencias electorales, o no hay opción real para el 2018.
Se tiene que lograr, dice, ser una oposición formada, bien organizada, eficaz, cohesionada y después contender por la Presidencia de la República.
“Si no, no vamos a cambiar el rumbo de esto… esto no va a cambiar”, advierte.
Indica que la próxima aduana de su proyecto, son las elecciones para la renovación de la Cámara de Diputados en julio de 2015.
Es ahí donde se verá con claridad que representa realmente la izquierda mexicana.
El sabe que en esa elección se va a expresar la nueva correlación de fuerzas dentro de la izquierda. En ese proceso competirá por primera vez el partido que logre registrar Andrés Manuel López Obrador. Y se verá si la restructuración del PRD da resultados.
“El Frente Amplio solo puede existir después de ese examen”, indica.
Por lo pronto tiene claro que el PRD requiere de un relanzamiento que pase por la negociación y aprobación de nuevos estatutos; de darle otro rumbo y objetivos y de solucionar los nuevos mecanismos de elección de candidatos.
“Hay que refundar el partido y celebrar un congreso. ¿Qué nos puede llevar a hacerlo?… La competencia con Andrés Manuel López Obrador.
“La ventaja del PRD (sobre del tabasqueño) es que MORENA es el partido de una sola persona; su desventaja es su faccionalismo”, precisó.
Por todo ello Marcelo Ebrard no descarta buscar ser a partir del próximo años el tercer gran dirigente del PRD, quien logre su transformación moderna, quien le de perspectiva de poder.
Reconoce que el PRD debe dejar de ser no sólo un partido integrado por fracciones que se pelean entre sí por cargos y la estructura, sino un partido de personajes, pero advierte que a la vez un partido sin liderazgos está condenado al fracaso.
El éxito y la trascendencia están en ir más allá de los liderazgos, en llevar al partido a darle modernidad con seriedad, argumentos basados en información.
Hoy el reto de las izquierdas es mantenerse unidas, dice al señalar que no se arrepiente de ninguna de las decisiones que ha tomado, desde darle paso a la más reciente candidatura de López Obrador, hasta decidir seguir adelante en su intención por ser el próximo candidato presidencial del PRD.
Planteado así, el camino de Ebrard para los siguientes 5 o 6 años comienza a aclararse. Iría en 2013 por la dirigencia nacional del PRD y luego a realizar un gran Congreso Nacional en el que se definan nuevos estatutos y un nuevo camino para este partido a fin de darle modernidad y sentido de poder.
Después, como líder del PRD, conduciría a este partido en las elecciones intermedias de 2015 para colocar al mayor número de diputados posible en San Lázaro, grupo que sería esencial su nominación como candidato a la Presidencia de la República en 2018.
Eso se llama capacidad de proyección política y de poder. Vamos a ver si lo logra, porque en las otras orillas están no sólo AMLO, sino Miguel Ángel Mancera, que también jugarán en esa cancha.